Nos acercamos a ver en qué consistía la experiencia y caímos en la cuenta de que en quince días no íbamos a cambiar mucho las cosas, pero la riqueza que genera el compartir la vida con otras congregaciones y con otras culturas, nos podían abrir nuevos horizontes en el mundo de la inmigración.
Hicimos la inscripción y nos asignaron a Tere Burguete Ceuta y a Antonia González Nador.
Con mucha ilusión, y abiertas a la sorpresa, preparamos nuestras maletas, y el día 15 partimos cada una a su destino.
El grupo de Nador estaba compuesto por un religioso, tres religiosas y una seglar. En Málaga cogimos el Ferry que nos llevaría a Melilla para desde allí pasar la frontera a Marruecos.
Las religiosas de la Divina Infantita nos han abierto no sólo las puertas de su casa, sino también su corazón y su estilo de vida. Con ellas hemos rezado y compartido la vida.
En el Centro BARAKA, que significa bendición. Centro de Formación, Orientación e Inserción Socio profesional de jóvenes tuvimos una reunión con la Directora y T. Social para hacer la Programación.
Con los niños programamos Talleres de elaboración de pizas, de pulseras, de máscaras, juegos y salidas a la playa con el objetivo de fomentar la creatividad y la relación entre ellos.
Y con las mujeres, Talleres orientados a reforzar sus habilidades y levantar la autoestima a la vez distendidos, como Yoga de la risa Maquillaje y autocuidado personal entre otros.
Hemos colaborado también en una Residencia del Gobierno Marroquí donde trabajan las Hijas de la Caridad, que acogen a personas sin techo y con discapacidad física y mental.
Una tarde nos acercamos a la valla que separa Marruecos de Melilla. Es un paisaje inhumano y sobrecogedor grandes muros de concertinas, un foso profundo y mucha vigilancia policial separan ambas fronteras. Después subimos al monte Gurugu, impresionante por su belleza y vegetación, pero a la vez de mucho dolor por lo que encierra de transito migratorio.
En este día la vivencia del grupo fue muy intensa, el silencio era profundo, y así lo manifestamos en la Eucaristía que compartíamos con los P. Jesuitas por la tarde.
El grupo del Campo de Trabajo de Ceuta está formado por tres religiosas, un religioso y una laica.
El día 15 partimos de Algeciras a Ceuta.
Las Hnas Adoratrices nos acogieron en su casa. Este año acompañan en su Proyecto a cinco familias.
La realidad de Ceuta me resultaba desconocida, y en estos días se me ha brindado la oportunidad de conocerla un poco más.
Ceuta es un lugar donde se unen las emociones donde conviven los cristianos, judíos, musulmanes e hindúes.
La presencia de la Vida Religiosa es muy reducida y aprovechan las fiestas de las Congregaciones y el día de la vida consagrada para convivir entre ellas.
Con las familias que atienden las Adoratrices, organizamos con las menores Talleres de refuerzo escolar y Danza.
Visitamos la Residencia de los Hnos de la Cruz Blanca, y nos expusieron la necesidad de acompañar los ancianos al parque. Esta actividad la hacíamos algunas tardes.
Con los chicos y chicas de un Centro de Menores y del CITI compartimos la actividad en la playa con juegos y diálogos.
Fue impactante escuchar de primera mano la dura realidad que viven, recorriendo distintos países y pasando hambre, sed, soledad, incluso la muerte para llegar a Europa en busca de una vida mejor.
Agradecemos la oportunidad que se nos ha brindado para contemplar el tema de la emigración con otra mirada y poder compartir estos días con otras congregaciones a nivel eclesial.