«De las Oblatas aprendí como regalo el don de la Oblación»

Muchas hermanas que pasamos por el Noviciado de Pamplona podemos recordar la figura del Padre Tarsicio de Azcona con su venerabilis barba capucinorum que, impartía clases de Historia, Liturgia y Música con sabiduría y buen humor.

El pasado 21 de Mayo fallecía a sus 98 años en su comunidad de Extramuros de Pamplona, lleno de paz y vida fecunda. La celebración de su funeral en la Parroquia de San Pedro, resultó un auténtico homenaje a este historiador e investigador navarro y su legado capuchino. La pantalla nos reflejaba su perfil tranquilo y feliz. El Altar nos presidía representantes de la curia provincial, sacerdotes diocesanos, seminario, instituto teológico… El templo estaba abarrotado de gente del mundo de la cultura – gobierno de Navarra- religiosos/as, feligreses, amistades de su querido Valle de Yerri, junto con sus familiares. Todos formando Familia Sinodal con distintos tonos musicales y compartiendo una misma esperanza en la Resurrección.

En su libro, donde deja su testimonio personal, “De Campesino a historiador” contiene unas notas muy significativas para la vida religiosa de su entorno del barrio. “Desde la comunidad me tocó de fondo un ministerio singular, el servicio a las religiosas de Extramuros de Pamplona: Mercedarias, Compasionistas, Hospitalarias y Oblatas”. (cf. 1951 – 2011). Nunca he vivido desvinculado de este ministerio con mayor o menor intensidad.

De las Oblatas – Hnas, noviciado y chicas- aprendí y acogí como regalo el don de la “Oblación”.

Gracias P. Tarsicio por su legado. El apasionamiento de la Historia Magistra Vitae nos enriquece a todas en perspectiva de futuro.