Hay veces en que pasamos por la vida, y otras en las que la vida pasa por nosotras. Lo ideal sería siempre dejar huella, hacer que cuente, pero a veces es complicado y otras, no lo intentamos lo suficiente. Sin embargo, este año el Grupo de Oración ha sido una de esas victorias en las que hemos hecho que cuente cada una de esas noches de charlas en el interior de la capilla de Oblatas, cada una de esas lágrimas, cada una de esas palabras escritas en hojas o dichas en voz alta. Este año, nosotras hemos pasado por el Grupo de una forma inolvidable.
Tras un curso en el que nos hemos estado reuniendo una noche cada dos semanas para hablar y compartir, además de cultura (pues este año hemos realizado un recorrido a través de la fe de distintas figuras emblemáticas de la Iglesia), sentimientos. Y es que es en esa capilla donde todo fluye y todo queda.
Han sido noches repletas de palabras, de realidades, de puntos de vista distintos y de debates. Noches en las que las cosas más nimias del día a día salen a la luz y florecen en nosotras, y noches en las que nos vemos reflejadas en las demás y nos damos cuenta de que no estamos solas en este mundo, pues siempre habrá una mano hermana que se ofrezca a salir en nuestra ayuda. Noches mágicas que han tenido su culmen en la última reunión del Grupo del pasado lunes. Fue sin duda una noche distinta a todas las demás, una sesión en la que vimos recompensadas tantas horas de entrega mutua. Y es que, al ritmo de danza contemplativa, danzamos y nos dimos cuenta de que éramos un grupo en el sentido más puro de la palabra, y de que nuestros cuerpos iban al unísono, y también al ritmo de nuestra alma. Muchas de nosotras jamás habíamos bailado ese tipo de danza, pero fue una experiencia inolvidable que nos demostró que si se quiere, se puede; que si te apoyas, encontrarás apoyo; que si das, recibirás el doble; que si amas, serás amado; que si escuchas, te llenarás; y que si tienes fe, todo es posible.
Dicen que hay personas que pasan por la vida, y otras que dejan que la vida pase por ellas… No es fácil encontrar el límite, aunque puede que lo pongamos nosotras mismas. Desde luego, aquella noche lo hicimos, y esas danzas, y este Grupo, han dejado huella.
