Mujeres que dejan huella…
La llegada a la casa y el recibimiento fueron espectaculares por todo lo que me encontré: la tranquilidad, la paz, la armonía que había… Las hermanas nos acogieron con muchísimo agrado, respeto, cariño, dulzura… Éramos como una familia de verdad… Éramos todas una.
Me encantó el programa Gran Hermana. Edición oblatas porque por un momento yo fui famosa y me sentí muy importante. Todo lo que yo viví en esa casa, me sirvió para reflexionar y para darme fuerza para luchar por mí y por mi hijo y esa fuerza me la dieron las mujeres de los distintos proyectos.
Disfruté con las actividades del encuentro porque me ayudaron a relajarme, a desestresarme y aprendí que en la vida hay que valorar todas las cosas buenas, las oportunidades que nos dan (aún más de lo que lo hago). También me ha servido para aprender, de M. Antonia y del P. Serra, que cuando alguien se propone algo, sobre todo ayudar a los demás, no hay obstáculos; y que yo también puedo ayudar a alguien para que pueda salir de sus problemas como me han ayudado a mí porque todo en la vida tiene solución, no hay oscuridad que no pueda recibir luz.
Ha sido una experiencia única que no olvidaré en mi vida porque he compartido muchas cosas con otras mujeres que me han servido de ejemplo de superación. Todas las mujeres que conocí y cada cosa que aprendí, han dejado una huella en mí y no tengo palabras para definir todo lo que viví en esa casa, cosas que jamás en la vida había vivido. También me ha gustado el trato que los voluntarios han tenido con mi hijo porque lo han hecho “el niño más feliz de la tierra”.
Animaría a otras mujeres a participar en estos encuentros porque es muy interesante, van a conocer a mujeres que las van a animar, las van a apoyar y también a que disfruten de la experiencia, la aprovechen al máximo… ¡¡¡ Que entren en la casa de Gran Hermana!!!
Agradezco al proyecto que me ha dado la oportunidad de tener esta experiencia en mi vida, de visitar esta casa y de encontrarme con esta familia y también conmigo misma.
O., “Proyecto Tu Casa”. Madrid.
Las hermanas de la comunidad de Ciempozuelos nos acogieron con mucho cariño y participaron de algunas de las dinámicas del Encuentro. A continuación, nos relatan su experiencia en una de ellas: La Celebración Ecuménica:
¡Que bella Celebración!
Un grupo de 26 mujeres de diferentes proyectos, que las hermanas Oblatas del Santísimo Redentor tienen en tres países de Europa, viven una celebración Ecuménica, la mañana del domingo 7 de junio de 2015 en Ciempozuelos.
Ecuménica, sí, porque 12 nacionalidades de origen, con sus respectivos idiomas, religiones y culturas reclaman por derecho un marco ecuménico, el espacio abierto de la espiritualidad y la cultura universal de la sonrisa, la caricia y el abrazo.
Una morera grande del jardín nos acoge con su sombra y las coordinadoras de este IV encuentro inician la celebración.
Emoción, alegría y agradecimiento, brotan como surtidores que riegan la esperanza para continuar hacia un horizonte de mayor autonomía, libertad y solidaridad.
Se palpa la dinámica creativa de la Misión que nos constituye en familia y nos compromete a construir el puente que pasa, de la situación de exclusión al lugar de la inclusión y el cuidado de la vida.
Gracias, por poder gozar esta experiencia.
Con cariño, la comunidad de Ciempozuelos.
Tras unos días del grandísimo fin de semana en Ciempozuelos, continúo asombrada por todo lo vivido, gracias a las mujeres más valientes y fuertes que existen.
Era la primera vez que tenía la oportunidad de disfrutar de este encuentro, dónde mujeres de todos Proyectos de Europa, compartirían sus vidas por unos días. Cada segundo del fin de semana fue mágico. Reímos, lloramos, nos emocionamos… pero,sobre todo, compartimos amor.
Es inexplicable lo que transmite ese hogar, esa acogida tan grata por parte de las Hermanas Oblatas, el sentir ese calorcito de «estar en casa». Esto es lo que transmitían las mujeres, un brillo en sus ojos, una gran ilusión, y ese nerviosismo que produce lo inesperado. La felicidad en cada una de ellas, hizo inolvidable cada momento vivido.
Las admiro. Admiro su valentía, su coraje, su fe puesta en cada cosa que hacen… estos valores que tanto me recuerdan a la Madre Antonia, y que nos hace coger aire limpio para continuar apreciando la fuente inagotable de luz que tiene cada una de las mujeres.
Gracias a las Hermanas Oblatas por acogernos en su hogar. Gracias a las mujeres, un pedacito de cada una de ellas se queda conmigo.
Melissa Ibáñez
172.800 segundos, 2.880 minutos, 48 horas. En resumen: Dos días. Dos días en los que Pablo (voluntario del Centro Al Alba de Sevilla) y yo (voluntaria del Programa Oblatas Murcia) hemos tenido nuestro alrededor plagado de niños y niñas de diferentes edades.
No sabría decir quiénes educábamos a quiénes, porque lo cierto es que hemos aprendido tanto o más de lo que ellos/as han podido aprender de nosotros.
Hemos hecho diferentes actividades mientras las madres estaban en el encuentro: taller de máscaras de animales, bailes infantiles, ver la película “Aladín”, un mural de verano, un Bob Esponja de papel, una tarta de chocolate y un collar para las madres con macarrones. No hay mayor satisfacción que crear tantas experiencias con tan pocos materiales. De esos dos días han salido carcajadas, relaciones y complicidades que son imposibles de describir.
Nos quedamos con las sonrisas, los abrazos, los besos, las miradas, también las lágrimas, las películas, los bailes, los saltos, la inocencia, la energía incesante y los juegos. Porque en cada una de esas experiencias, de esas miradas y de esos gestos estaban, sin lugar a duda, la Madre Antonia y el Padre Serra.
Gómez Mora, Laura (Voluntaria del Programa Oblatas Murcia)