La magia de ser oblata

El pasado 14 de mayo de 2015 se celebró en la Residencia Universitaria Hermanas Oblatas de Murcia la fiesta de fin de curso. Este año, el grupo de Representantes está compuesto por novatas, y la ilusión y la entrega que demostraron en la preparación de la noche hizo que todas sintiéramos que la magia de Disney había invadido la residencia.

La celebración comenzó como es habitual: con la Eucaristía final del curso, en la que se utilizó el motivo de Disney para la elaboración de las lecturas y de las peticiones, colocando así un castillo de princesas sobre el que se basó la misa. Al final de esta, las cinco veteranas que este año se gradúan leyeron sus discursos de despedida, dando gracias por todo lo vivido -y compartido- durante los años que han resido en Oblatas. Tras acabar la Eucaristía, y gracias a la atenta labor de las cocineras, que habían preparado las mesas antes, cenamos todas juntas y empezó la fiesta: pequeños teatros, bailes y canciones que las jóvenes representantes habían preparado con mucha dedicación. Así, las residentes, divididas –y disfrazadas– en varios grupos, participamos de forma directa en la fiesta, cantando las canciones de Pocahontas, de La Sirenita, de La bella durmiente o de Blanca nieves y los siete enanitos; canciones que las Representantes habían preparado con antelación, adaptándolas a la residencia, ya que la temática de la fiesta se centraba en representar un curso académico, desde que llegamos a la residencia hasta que acabamos los últimos exámenes.

Seguidamente, las Representantes entregaron, en nombre de todas las residentes, unos obsequios a las Hermanas Oblatas, a las cocineras y a Merche, Pilar y Joaquín, que tanto velan por que todo esté siempre perfecto. Y para finalizar, las amigas de las graduandas les dieron una sorpresa a cada una de ellas, recordando los momentos vividos juntas.

Por último, y con la habitual entrega de los cuadernos firmados por todas las residentes a las graduandas, se cerró la fiesta de fin de curso uno año más en Oblatas, con la magia de Disney y de la Residencia, y de cada una de las personas que allí viven, recordándonos a cada instante que la felicidad es solo es real cuando se comparte.