Testimonio de la Semana Solidaria vivida con la Comunidad Hnas. Oblatas en Sevilla del 22 de febrero al 1 de marzo de 2015
Aprender a mirar para poder sentir…
Quiero empezar diciéndote que quiero Vivir. No puedo dejar pasar la oportunidad de invitarte a dejar de sobrevivir. No quiero que pase este momento sin decirte que recibí una invitación hace poco, que sí, que recibí también en otros momentos, pero ahora he visto que es para mí, que pone Elisa, que conoce mi historia…
La semana pasada fue la Semana Solidaria del Claret Sevilla, la semana en la que los alumnos de primero de bachillerato pueden sentir una realidad de sufrimiento y en la que pueden sentirte en comunidad gracias a la oración y sus compañeros. También, en nuestro caso, gracias a la comunidad de Hermanas Oblatas de Sevilla, con quienes vivimos durante siete días, día y noche.
Pude acompañar a cuatro jóvenes en esta experiencia, como APJ, y te aseguro que fue algo distinto…
La realidad era la convivencia con mujeres en contexto de prostitución y o trata con fines de explotación sexual, también con mujeres que han padecido violencia de género. Hemos podido sentirlas como compañeras pero, también como hermanas. Hermanas de un mismo padre, hermanas en un mismo mundo que escoge el maltrato como opción de trabajo, mundo que obliga y manipula vidas para romper muchas ilusiones… Digo ilusiones, porque estas mujeres, nuestras compañeras, nos han enseñado con su ejemplo que la esperanza, la confianza en una vida mejor y en un Dios que se parte la cara por sus hijos, es algo que no se roba.
Tocaba descubrir heridas que no se veían, heridas dolorosas, heridas que tocaba tocar, heridas a las que costaba enfrentarse pero, heridas, que nos tocaba sentir para gritar en el mundo, en nuestra Sevilla, la injusticia que puebla las calles de la Alameda…
Te digo que he visto trabajar a las mismas manos del Maestro, un maestro que es compañero también, además de Padre. Estas manos son la de las hermanas, estas gladiadoras de la justicia, de la esperanza, estas mujeres, mujeres para el mundo, para la Iglesia, que han dicho Sí para dar su vida por sus amigas… ¿Te suena?
¿Es lo mismo, no?
Dejar de sobrevivir, volver a la vida, ser una mujer nueva, dejar de lado el cansancio, ser hija, hermana, compañera…
¡Este es el momento!
No dejo de pensar en la necesidad de reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia, sobre la necesidad de información y conocimiento de todos estos mundos que hacen presa a la mujer. No dejo de pensarlo.
¡Quiero vivir! ¡Quiero amar!
Elisa Barbero