NOTICIA REPRODUCIDA DE: EL ADELANTADO.COM
http://www.eladelantado.com/noticia/ultima/238664/un_siglo_de_generosa_oblacion
En 1906, una pequeña comunidad de religiosas de la entonces modesta congregación de las Oblatas del Santísimo Redentor llegaba a Segovia con la intención de poner al servicio de los segovianos su carisma de atención a los más pobres y necesitados, con especial incidencia en las mujeres. Ha pasado un siglo y las Oblatas forman parte ya de la memoria histórica de una ciudad que las acogió y a la que la congregación ha devuelto todo el cariño depositado dedicando la mayor parte de su tarea pastoral a mejorar las condiciones de vida de las niñas y mujeres que han ido pasando por las acogedoras manos de las religiosas.
Este reconocimiento de afecto mutuo quedó ayer patente en la celebración del centenario de la llegada de las Oblatas, en una eucaristía que llenó la iglesia parroquial de San Lorenzo de varias generaciones de segovianas que pasaron por los distintos conventos que la congregación ha tenido en la capital en los que las religiosas realizaron una ingente labor social y asistencial. El obispo de Segovia, César Franco, presidió la celebración acompañado por una decena de sacerdotes concelebrantes, y que contó con la participación de la Ronda Segoviana, que se encargó de la liturgia musical con su popular ‘Misa Castellana’.
En su homilía, el obispo de Segovia valoró la labor de las religiosas, que definió como parte importante de la historia de la diócesis, y señaló que su trabajo “nos habla de la entrega generosa de Cristo a través de su entrega a los demás”. Asimismo, indicó que las hermanas oblatas “han mostrado en su vida la vocación bautismal que todos los cristianos tenemos latente desde el momento en el que recibimos el bautismo, que no es otra que la de entregar nuestra vida a Dios”.
Tras advertir del peligro de la “apostasía silenciosa” que asola Europa, monseñor Franco abogó por llevar a cabo “una misión de esperanza” para hacer presente el anuncio del Evangelio, a la que animó a colaborar para dar a conocer sus frutos a una sociedad que ansía consuelo.
Tras la eucaristía, un aperitivo servido en el atrio de la iglesia de San Lorenzo sirvió a los participantes para compartir recuerdos y vivencias y brindar por al menos otros cien años de oblación a favor de los segovianos.
