Comenzamos el día con la celebración de la Eucaristía, presidida por el Redentorista Juan Carlos. Con el Evangelio de Juan (Jn 20,11-18) nos impele como a María Magdalena a anunciar que Jesús vive y está en medio de nosotras. Se nos invita también a soltar todo aquello que nos impida estar atentas a la voz del espíritu durante estos días.
El trabajo de la primera parte de la mañana tenía por título: ¿QUIÉN SOY YO? ¿QUÉ ME CONSTRUYE? Se nos invita a mirarnos desde lo que somos en este momento. Nos ponemos una gafas con las que debemos cambiar la mirada:
– una mirada que reconozca a mi hermana tal como es.
– Una mirada apreciativa que valora todo lo vivido hasta ahora.
– Una mirada que abre puertas de un futuro inesperado
– Una mirada desde los ojos del corazón, desde el Espíritu de Jesús.
– Una mirada que acompaña y fortalece, transfiere sentido.
Cada una tenemos que vernos como un regalo para la comunidad. Vernos tal cual somos sin prejuicios ni creencias limitantes. Debemos estar orientadas al cambio personal, profundo y transformador, creíble que se traduzca en la transformación de las comunidades. Después de este momento de introducción contamos con una hora de reflexión personal.
La segunda parte de la mañana trabajamos: RECONOCERNOS EN LA FRATERNIDAD. En comunidad somos responsables del nivel de comunicación que queremos tener.
Visualizamos el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=8RCF3WNfLjI LA IMPORTANCIA DEL RECONOCIMIENTO DE ÁLEX ROVIRA.
Algunas ideas que salieron fueron:
– Todo ser humano necesita caricias para desarrollarnos. Desarrollo del feedback
– Cuando no tenemos reconocimiento podemos provocar errores para llamar la atención sobre nosotros.
– La aproximación al otro debe hacerse desde el cuidado: si tu estás bien, yo estoy bien.
– Cooperar en lugar de competir. Somos confiables.
– Trata a los seres humanos como están llamados a ser, más allá de la mirada actual.
Después de estas orientaciones se dio un momento de escucha y reconocimiento en el trabajo de grupos.