Desde las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor creemos en una sociedad donde cada persona pueda vivir y expresar su fe con libertad, sin miedo y sin discriminación. La libertad religiosa es un derecho humano fundamental, recogido en nuestra Constitución y en tratados internacionales, que no puede verse limitado por decisiones que, aunque presentadas como generales, afectan de forma directa a comunidades concretas.
Lo sucedido en Jumilla tiene consecuencias reales sobre el derecho de una comunidad —en este caso musulmana— a contar con un espacio digno para la oración y el encuentro. Aunque la norma se presente como de aplicación general, en la práctica golpea a quienes tienen menos recursos y posibilidades, y contribuye a generar barreras invisibles que alimentan la exclusión.
Nuestra misión oblata nos lleva a acompañar a mujeres en contextos de prostitución, trata y exclusión, y eso nos ha enseñado que la marginación no empieza siempre con grandes gestos de rechazo, sino con pequeños pasos que limitan derechos, cierran espacios y aíslan comunidades.
En nuestros proyectos Oblatas, presentes también en Murcia, acompañamos a mujeres de distintas tradiciones religiosas, entre ellas la musulmana. Nuestra experiencia nos recuerda que la diversidad de creencias no es una amenaza, sino que es positivo para la convivencia.
Una ciudad verdaderamente inclusiva no teme la diversidad, sino que la acoge como riqueza. El diálogo intercultural y el respeto mutuo son la base de una convivencia que protege la paz social y la dignidad de todas las personas.
En un tiempo donde las heridas sociales crecen, recordamos las palabras del Papa Francisco: «El encuentro fraterno entre personas diversas puede abrirnos el camino para vivir la fraternidad universal que acoge y respeta las diferencias, de modo que las diversidades no sean una amenaza, sino una oportunidad para crecer juntos» (Discurso a los jóvenes, Skopje – 7 de mayo de 2019).
Defender la libertad religiosa no es una cuestión ideológica: es cuidar el derecho de todas y todos a creer, rezar, reunirse y vivir su fe, sin importar su tradición o credo.